Adraga en azul oscuro, 2024

Óleo sobre papel (50 x 70 cm), de una serie de 4 cuadros que ilustran la playa de Adraga, en Portugal.

Hace más de una década que dejé Brasil y desde entonces, en mis viajes por el mundo, el paisaje ha sido siempre mi primer refugio. Cuando llegué a Portugal, fue el Atlántico -con su presencia inmensa, viva e indomable- el que me dio la bienvenida. Fue el Atlántico el que me hizo quedarme, echar raíces y crear un hogar. El paisaje que me rodea se ha convertido en una presencia constante en mi práctica artística. Observo las sutiles variaciones de la luz, los movimientos de las mareas, los cambios casi imperceptibles que el tiempo imprime a las formas. Todo ello alimenta mi mirada. En esta serie de cuatro cuadros sobre la playa de Adraga, intento captar lo que, por naturaleza, se me escapa: el momento que cambia, el color que se disuelve, la sombra que se desplaza. Es un intento -tal vez vano, pero profundamente necesario- de contener el tiempo, de hacer permanentes paisajes que, en su esencia, son efímeros.

- Gabriela Albuquerque